es un astro en formación, sino un astro envejecido. Hubo una época en que ardía en el cielo con luz propia, lo mismo que el Sol; y entonces, aun teniendo la misma masa que ahora, ocuparía mucho mayor espacio. Después fué apagándose y enfriándose como lo está ahora nuestro mundo, en que el fuego se ha reconcentrado en el interior, y probablemente brotaron en su superficie plantas gigantescas; formáronse mares y ríos; empezaron a aparecer multitud de especies animales, y, por fin, algo semejante á la especie humana, sean los que fueren su forma y el desarrollo de su inteligencia. Esos seres ¿levantaron edificios, crearon ciudades, tuvieron naciones, conocieron la ciencia, el arte y la industria? No lo sabemos, ni será fácil determinarlo hasta que se construyan telescopios ó anteojos que nos permitan ver la Luna como si estuviese al alcance de nuestras manos.
Hoy, un habitante de la Tierra transportado á la Luna moriría por falta de aire y de agua, y, aun suponiendo que hubiera podido transportar algún fluido respirable, no podría resistir los rigores de la temperatura lunar, pues durante el día de trescientas cincuenta horas, el Sol, no suavizado por atmósfera alguna, enviará un calor espantoso, y en las interminables noches el frío llegará á ser mucho mayor que el de nuestras regiones polares.
Para terminar lo relativo á la Luna, os diré que, suponiendo que una serie de circunstancias casi imposibles de admitir determinasen su caída sobre la Tierra, esa caída no sería repentina, sino que se