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LOS ENGAÑOS

Tor. ¡A catorce ó quince dineros!

Menc. Así lo haré, padre.

Ag. ¿Cómo así lo haré, padre? Toma, toma, hacé lo que y'os mando.

Tor. Dejad la mochacha.

Menc. ¡Ay madre! ¡ay padre! que me mata.

Al. ¿Qu'es esto, vecinos? ¿Porqué maltratais ansí la mochacha?

Ag. ¡Ay señor¡ este mal hombre que me quiere dar las cosas á menos precio, y quiere echar á perder mi casa : unas aceitunas que son como nueces.

Tor. Yo juro á los huesos de mi linaje, que no son ni aun como piñones.

Ag. Sí son.

Tor. No son.

Al. Hora, señora vecina, hacéme tamaño placer que os entreis allá dentro, que yo lo averiguaré todo.

Ag. Averigüe, ó póngase todo del quebranto.

Al. Señor vecino. ¿qué son de las aceitunas? Sacaldas acá fuera, que yo las compraré aunque sean veinte hanegas.

Tor. Qué, no señor, que no es d'esa manera que vuesa merced se piensa, que no están las aceitunas aquí en casa, sino en la heredad.

Al. Pues traeldas aquí, que y'os las compraré todas al precio que justo fuere.

Menc. A dos reales quiere mi madre que se vendan el celemín.

Al. Cara cosa es esa.

Tor. ¿No le paresce á vuesa merced?

Menc. Y mi padre á quince dineros.

Al. Tenga yo una muestra dellas.

Tor. Válame Dios, señor, vuesa merced no me quiere entender. Hoy he yo plantado un renuevo de aceitunas, y dice mi muger que de aquí á seis ó siete años llevará cuatro ó cinco hanegas de aceituna, y qu'ella la cogería y que yo la acarrease y la mochacha la vendiese, y que á fuerza de drecho había de pedir á dos reales por cada celemín; yo que no, y ella que sí, y sobre esto ha sido la quistión.

Al. ¡Oh qué graciosa quistion! Nunca tal se ha visto: las aceitunas no están plantadas, y ha llevado la mochacha tarea sobre ellas?

Menc. ¿Qué le paresce, señor?

Tor. No llores, rapaza: la mochacha, señor, es como un oro. Hora andad, hija, y ponedme la mesa, que y'os prometo de hacer un sayuelo de las primeras aceitunas que se vendieren.

Al. Hora, andad, vecino, entraos allá dentro, y tené paz con vuestra muger.

Tor. A Dios señor.

Al. Hora por cierto, que cosas vemos en esta vida, que ponen espanto. Las aceitunas no están plantadas y ya las habemos visto reñidas.