guntó: «¿Cuánto vale el ardeb (1) de esta clase de sésamo?» Y yo le dije: «Vale cien dracmas.» En- tonces me contestó: «Avisa á los medidores de gra- nos y ven con ellos al khan Al-Gaonali, en el barrio de Bab Al-Nassr; allí me encontrarás.» Y se alejó, después de darme el pañuelo que contenía la mues- tra de sésamo.
Entonces me dirigi á todos los mercaderes de granos y les enseñé la muestra que yo había justi- preciado en cien dracmas. Y los mercaderes la ta- saron en ciento veinte dracmas por ardeb. Entonces me alegré sobremanera, y haciéndome acompañar de cuatro medidores, fuí en busca del joven, que, efectivamente, me aguardaba en el khan. Y al ver- me, corrió á mi encuentro y me condujo á un alma- cén donde estaba el grano, y los medidores llena- ron sus sacos, y lo pesaron todo, que ascendió en total á cincuenta medidas en ardebs. Y el joven me dijo: «Te corresponden por comisión diez dracmas por cada ardeb que se venda á cien dracmas. Pero has de cobrar en mi nombre todo el dinero, y lo guardarás cuidadosamente en tu casa, hasta que lo reclame. Como su precio total es cinco mil dracmas, te quedarás con quinientos, guardando para mí cua- tro mil quinientos. En cuanto despache mis negocios, iré á buscarte para recoger esa cantidad.» Enton- ces yo le contesté: «Escucho y obedezco.» Después le besé las manos y me fuí.
(1) Ardeb birdab, medida árabe de capacidad que todavía se usa hoy.