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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/122

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

Y efectivamente, aquel dia gané mil dracmas de corretaje, quinientos del vendedor y quinientos de los compradores, de modo que me correspondió cl veinte por ciento, según la costumbre de los co- rredores egipcios. En cuanto al joven, después de un mes de au- sencia, vino á verme y me dijo: «¿Dónde están los dracmas?» Y le contesté en seguida: «A tu disposi- ción; helos aquí metidos en este saco.» Pero él me dijo: «Sigue guardándolos algún tiempo, hasta que yo venga á buscarlos.» Y se fué y estuvo ausente otro mes, y regresó y me dijo: «¿Dónde están los dracmas?» Entonces yo me levanté, le saludé y le dije: «Aqui están á tu disposición. Helos aquí.» Después añadi: «¿Y ahora quieres honrar mi casa viniendo á comer conmigo un plato ó dos, ó tres ó cuatro?» Pero se negó y me dijo: «Sigue guardando el dinero, hasta que venga á reclamártelo, después de haber despachado algunos asuntos urgentes.»> Y se marchó. Y yo guardé cuidadosamente el dinero que le pertenecía, y esperé su regreso. Volvió al cabo de un mes, y me dijo: «Esta no- che pasaré por aquí y recogeré el dinero.» Y le pre- paré los fondos; pero aunque le estuve aguardando toda la noche y varios días consecutivos, no volvió hasta pasado un mes, mientras yo decía para mi: «¡Qué confiado es ese joven! En toda mi vida, des- de que soy corredor en los khanes y los zocos, he visto confianza como esta.» Se me acercó y le vi, como siempre, en su borrico, con suntuoso traje; y

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