venimiento de Al-Rachid al trono califal. Y Harún, en medio del aparato de la soberania, recibió el juramento de obediencia de los emires, de los notables y del pueblo reunidos. Y aquel mismo día elevó al visirato á El-Fadl y á Giafar, ambos hijos de Yahia el Barmakida. Y todas las provincias y comarcas del Imperio, y todos los pueblos islámicos, árabes y no árabes, turcos y deylamidas, reconocieron la autoridad del nuevo califa y le juraron obediencia. Y comenzó su reinado en la prosperidad y la magnificencia, y se asentó, brillante, en su reciente gloria y en su poderio.
En cuanto á la favorita Ghader, entre los brazos de la cual habia expirado Al-Hadi, he aquí lo que aconteció.
La misma tarde de su elevación al trono, Al-Rachid, que tenía noticia de la belleza de Ghader, quiso verla y posar en ella sus primeras miradas. Y le dijo: «Deseo ¡oh Ghader! que visitemos juntos yo y tú el jardín y la cúpula donde mi hermano Al-Hadi (¡Alah le tenga en su piedad!) gustaba de alegrarse y descansar.» Y Ghader, vestida ya con trajes de luto, bajó la cabeza y contestó: «Soy la esclava sumisa del Emir de los Creyentes.» Y se retiró un instante para quitarse los vestidos de luto y reemplazarlos por los atavios convenientes. Luego entró en la cúpula, donde Harún la hizo sentarse á su lado. Y permanecia con los ojos fijos en aquella magnífica joven, sin dejar de admirar su gracia. Y su pecho respiraba ampliamente con alegría, y su