corazón se holgaba. Luego, cuando sirvieron los vinos que gustaban á Harún, Ghader se negó á beber la copa que le brindaba el califa. Y le preguntó él asombrado: «¿Por qué lo rehusas?» Ella contestó: «El vino sin la música pierde la mitad de su generosidad. Tendría gusto, por tanto, en ver junto á nosotros, haciéndonos armoniosa compañia, al admirable Ishak, hijo de Ibrahim.» Y Al-Rachid contestó: «No hay inconveniente.» Y al punto envió á Massrur en busca del músico, que no tardó en llegar. Y besó la tierra entre las manos del califa, y le rindió homenaje. Y á una seña de Al-Rachid se sentó enfrente de la favorita.
Y á la sazón pasó la copa de mano en mano; y de tal suerte se continuó hasta que fué noche cerrada. Y de repente, cuando el vino hubo fermentado en las razones, exclamó Ishak: «¡Oh! ¡eterna alabanza para el que cambia á su antojo los acontecimientos y dirige su curso y vicisitudes!» Y Al-Rachid le preguntó: «¿En qué piensas, ¡oh hijo de Ibrahim! para prorrumpir en esas exclamaciones?»
Y contestó Ishak: «¡Ay! ¡oh mi señor! ayer á esta hora, tu hermano se asomaba á la ventana de esta cúpula, y á la luz de la luna, semejante á una desposada, miraba cómo huían las aguas murmuradoras suspirando con dulces y ligeras voces de cantarinas nocturnas. Y ante el espectáculo de la felicidad aparente, se espantó de su destino. Y quiso brindarte el brebaje de la humillación.» Y Al-Ra-