Ir al contenido

Página:Las mil noches y una noche v23.djvu/142

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
140
LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

¡Oh hermosura del cuello de mi Molaikah, mi Molaikah la de hermoso pecho!»


Y como si el simple recitado de aquel verso tuviera la virtud de excitar en él la inspiración, tomó de pronto el laúd de mi mano, y después de un ligerísimo preludio de acordes, cantó la cantilena consabida con una voz maravillosa, y nos hizo sentir aquella música nueva y tan antigua, con un arte, un encanto, una gracia y una emoción inexpresables. Y oyéndola, me estremecía de placer, deslumbrado, fuera de mi, en el límite del entusiasmo.

Y como estaba seguro de mi facilidad para retener los aires nuevos, por muy complicados que fuesen, no quise repetir inmediatamente delante del jeique hedjaziense la cantilena deliciosa y tan nueva para mí que acababa él de hacerme oír. Y me limité á darle las gracias. Y se volvió él á Medina, su país, mientras yo salía del palacio, embriagado con aquella melodía.


En este momento de su narración, Schahrazada

vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.