está excelente.» Y pregunté: «¿Cómo se llama este manjar, joh Emir de los Creyentes? ¿Y con qué está preparado para tener tan buena vista y un olor tan agradable?» Y me contestó: «Es la baluza prepa- rada con crema, miel, flor fina de harina y aceite de alfonsigos»...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ LA 990.ª NOCHE
Ella dijo:
... Es la baluza preparada con crema, miel, flor fina de harina y aceite de alfonsigos.>>
Y al oir esto, recordé las palabras de mi vene- rado maestro, que así había predicho lo que debía acontecerme. Y á este cuerdo, no pude por menos de sonreir. Y el califa me dijo: «¿Qué te incita á sonreir, joh Yacub!?» Y contesté: «Nada malo, ¡oh Emir de los Creyentes! Es un simple recuerdo de mi infancia que cruza por mi espíritu, y le sonrío al paso.» Y me dijo: «Date prisa á contármelo. Per- suadido estoy de que será provechoso escucharlo. >>
Y para satisfacer el deseo del califa, le conté mi iniciación en el estudio de la ciencia, mi asi- duidad en seguir la enseñanza de Abu-Hanifah, las