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Página:Las mil noches y una noche v23.djvu/179

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LOS TRAGALUCES DEL SABER...

»Y así fué como, sin saberlo, con tu venida al mundo fui causante de la perdición de mi hijo El- Amín y de todas las desdichas que se abatieron sobre nuestra raza en estos últimos años.

»Nada de eso habría sucedido si no hubiese yo insistido tanto con tu padre para obligarle á revol- carse con aquella esclava, y si él no hubiese esta- do, por su parte, tan lleno de insistencia para obli- garme á hacer lo que ya te he contado.

»Y esto es joh Emir de los Creyentes! el motivo que me hacía murmurar maldiciones contra la in- sistencia y contra los importunos. >>

Y cuando hubo oído aquello, Al-Mamún se apresuró á despedirse de Zobeida para ocultar su confusión. Y se retiró, diciéndose: «¡Por Alah, que merezco la lección que acaba de darme! Sin mi insistencia no se me habría recordado aquel înci- dente desagradable. >>


Y el joven dueño de la Cúpula del Libro, tras de contar todo esto á sus oyentes é invitados, les dijo: «Haga Alah ¡oh amigos míos! que haya podido yo servir de intermediario entre la ciencia y vuestros oídos. Ahí tenéis parte de las riquezas que, sin gas- tos ni peligros, se pueden acumular dedicándose á los libros y al cultivo del estudio. No os diré más por hoy. Pero en otra ocasión ¡inschalah! os mos- traré otra fase de las maravillas que nos han sido transmitidas como la herencia más preciosa de nuestros padres.