tanta violencia, ¡oh amo mío! Soy tu esclavo, con permiso del Señor de los genn, del Creador del día y de la noche.» Y Maruf, que al pronto no se había dado completa cuenta de dónde salía aquella voz, acabó por observar que salía del propio sello del anillo que se había puesto en el dedo, y dijo, dirigiéndose al que residía en la cornalina: «¡Oh criatura de mi Señor! ¿quién eres?» Y la voz de la cornalina contestó: «Soy el Padre de la Dicha, esclavo de este anillo. Y ejecuto á ciegas las órdenes de quienquiera que se adueñe de este anillo. Y nada es imposible para mí, porque soy el jefe supremo de setenta y dos tribus de genn, efrits, cheitanes, auns y mareds. Y cada una de estas tribus se compone de doce mil valientes irresistibles, más fuertes que elefantes y más sutiles que el mercurio. Pero, como ya te he dicho, ¡oh amo mío! yo, á mi vez, estoy sometido á este anillo; y aunque es muy grande mi poder, obedezco al que lo posee, como un niño obedece á su madre. No obstante, déjame advertirte que si por desgracia frotaras el sello dos veces seguidas en vez de una, harías que me consumiera en el fuego de los nombres terribles grabados sobre el anillo. Y me perderías irrevocablemente»...
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Apariencia