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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

to. Entonces la serpiente, molesta, se encaminó á un pie que tenía él estirado. Pero Hojjr, siempre dormido, encogió la pierna y subió el pie. Y la serpiente, desorientada, no supo adónde ir, y se decidió á arrastrarse hasta un tazón de leche que Hojjr me recomendaba que de continuo tuviera lleno junto á su lecho. Y una vez que llegó al tazón, la serpiente se sorbió vorazmente la leche y luego la vomitó en el tazón. Y al ver aquello, pensaba yo, regocijándome en el alma: «¡Qué suerte tan inesperada! Cuando Hojjr despierte, se beberá esa leche, envenenada ahora, y morirá al instante. ¡Ah! voy ȧ verme libre de ese lobo.» Y al cabo de cierto tiempo, se despertó Hojjr, sediento y pidiendo leche. Y tomó de mis manos el tazón; pero tuvo cuidado de olfatear primero el contenido. Y he aqui que le tembló la mano, y el tazón cayó y se volcó. Y se salvó él. Así lo hace todo, en cualquier circunstancia. Lo piensa todo, lo prevé todo, y jamás está desprevenido.»

Y Sadús el espia oyó estas palabras; luego ya no percibió nada de lo que se decian Ziad é Hind, á no ser el ruido de sus besos y suspiros. Entonces levantóse sigilosamente y se evadió. Y una vez fuera del campamento, caminó á buen paso, y antes del alba estuvo junto á su señor Hojjr, á quien contó cuanto había visto y oído. Y terminó su relato diciendo: «Cuando los dejé, Ziad tenía la cabeza apoyada en las rodillas de Hind; y jugueteaba con su cautiva, que le correspondía placentera.»