su monesterio ol[1] deven aquela pena que merece segunt su regla.
Las criadas[2] otrosi de la reyna dezimos[3] otrosí que deven seer muy guardadas, quier sean fijas de ricos omes o de otros cavalleros, que ninguno non yaga con ellas en casa de la reyna. Ca qualquier que lo feziese farie los quatro males que dixiemos en la ley de suso. E demas pues que la reyna es tenuda de criar e casar asi como el rey de criar e de armar, enbargarie la crianza e el bien que la reyna feziese, e podrie por y perder la merced que esperava aver de la reyna. E por ende qui tal cosa feziese, si lo feziere por fuerza es alevoso, e mandamos que muera por ello como alevoso, e pierda la tercia parte de lo que oviere e sea del rey, e los ayudadores mueran otrosi. E si lo feziere de su grado della faze aleve e deve morir él e ella, e los mandaderos quier sean varones quier mugieres.
Dueñas y a casadas en casa de la reyna que son de otra manera asi como mugieres de otros cavalleros que non son ricos omes. Dezimos que quien por fuerza yoguiese con alguna dellas en casa de la reyna que faze aleve e adulterio. E por ende mandamos que muera por ello como alevoso, e pierda la tercia parte de lo que oviere e sea del rey, e los ayudadores mueran otrosi. E si lo fezier de su grado della muera como alevoso, e ella pierda amor del rey e de la reyna, e metan la, en poder de su marido que la judgue como toviere por bien. Otrosi mandamos que mueran los conseieros e los mandaderos quier sean varones quier mugieres.