Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/121

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
101
EDIPO, REY

del antiguo Agenor. Y para los que no cumplan este mandato, pido a los dioses que ni les dejen cosechar frutos de sus campos, ni tener hijos de sus mujeres, sino que los hagan perecer en la calamidad que nos aflige o con otra peor. Y pido para el asesino, que escapó, ya siendo solo, ya con sus cómplices, que falto de toda dicha arrastre una vida ignominiosa y miserable. Y pido además que si apareciera viviendo conmigo en mi propio palacio sabiéndolo yo, sufra yo mismo los males con que acabo de maldecir a todos estos. Y a vosotros, los demás cadmeos a quienes plazca esto lo mismo que a mi, que la Justicia venga en vuestro auxilio y que todos los dioses os acorran favorablemente siempre.

Coro.—Puesto que me obligas con tus imprecaciones, por esto, joh rey!, te diré: Ni lo maté, ni puedo indicarte al culpable. Pero Febo, que nos ha enviado el oráculo, debia indicarnos la pista o descubrir al asesino.

Edipo.—Muy bien has hablado; pero obligar a los dioses en aquello que no quieren, no puede el hombre.

Coro.—Continuaré, si me das permiso, exponiendo mi segundo parecer.

Edipo.—Y también un tercero, si lo tienes. No ocultes nada de lo que tengas que decirme.

Coro.—Sé muy bien que el esclarecido Tiresias lee en el porvenir, lo mismo que el dios Febo. Si de él te aconsejas, ¡oh rey!, podrías saber la cosa con certeza.

Edipo.—Pues no me he descuidado, ni siquiera para disponer eso; porque apenas me lo dijo Creonte, le envié dos mensajeros. Lo que me admira es que no esté ya aqui.

Coro.— Y en verdad que todo lo demás son insubstanciales e inútiles habladurías.

Edipo.—¿Cuáles son ésas? Yo quiero examinarlas todas.