Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/159

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
139
EDIPO, REY

confianza me puede merecer en justicia, si antes contra él en todo he sido malo?

Creonte.—No para reirme, Edipo, he venido, ni para escarnecerte en nada por tus pasadas desgracias. Pero, si vosotros (a los del Coro] no tenéis ya sentimientos de respeto para con la raza humana, temed al menos a esa llama del rey Sol que todo lo alimenta, para que no se exhiba así al descubierto este ser impuro, que ni la tierra, ni la celestial lluvia, ni la luz pueden acoger; sino que entradle en seguida en palacio; pues sólo a los parientes permite la piedad el que puedan ver y atender a las personas impuras de la familia.

Edipo.—¡Por los dioses! Puesto que sacándome de mi equivocada creencia vienes lleno de razón a mí, que soy el hombre más perverso, créeme en algo que por tí, no por mí, diré.

Creonte.—¿Y de qué tienes necesidad, que con tanto deseo me pides?

Edipo.—Échame de la tierra ésta lo más aprisa posible, adonde muera sin que ninguno de los mortales me pueda hablar..

Creonte.—Ya habría hecho eso, tenlo entendido, si no quisiera preguntar antes al oráculo lo que debo hacer.

Edipo.—Pues el mandato de aquél está bien manifiesto: matar al parricida y al impío, que soy yo.

Creonte.—Asi se dijo eso; sin embargo, en las circunstancias en que nos encontramos, mejor es preguntar lo que debamos hacer.

Edipo.—¿De modo que por un hombre miserable vais a consultar?

Creonte.—Y debes tú ahora tener fe en el dios.

Edipo.—Pues te encargo y te suplico que por la que yace en palacio celebres los funerales que quieras, pues