Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/170

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
150
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

Coro.—¡Oh malhadado! Ya que te has humillado a nuestro mandato, habla. ¿Quién eres? ¿Qué terrible desgracia te aflige? ¿Puedo saber cuál es tu patria?

Edipo.—¡Oh extranjeros! No tengo patria, pero no...

Coro.—¿Por qué no quieres decirnosla, viejo?

Edipo.—no, no, no me preguntéis quién soy, ni de seéis inquirir más preguntando.

Coro.—¿Qué es eso?

Edipo.—Un afrentoso nacimiento...

Coro.—Habla.

Edipo.—¡Hija! ¡Ay de mi! ¿Qué dire?

Coro.—¿De qué sangre eres, extranjero? Di, ¿de qué padre?

Edipo.—¡Ay de mí! ¿Qué hago, hija mia?

Antígona.—Habla, ya que te hallas en extremado apuro.

Edipo.—Lo diré, pues, ya que no puedo evitarlo.

Coro.—Mucho tardas; dilo pronto.

Edipo.—¿Tenéis noticia de un hijo de Layo...

Coro.—¡Oooooh!

Edipo.—de la raza de los Labdácidas...

Coro.—¡Oh Júpiter!

Edipo.—del desdichado Edipo?

Coro.—¿Acaso eres tú?

Edipo.—No os asuste lo que os digo.

Coro.—¡Oooh, cooh, malhadado, coooh!

Edipo.—Hija mia, ¿qué sucederá aqui?

Coro.—¡Fuera! ¡Lejos! ¡Márchate de este pais!

Edipo.—Y la promesa que me hicisteis, ¿qué haréis de ella?

Coro.—A nadie le envía el hado fatal castigo por devolver la injuria que antes ha recibido. El engaño correspondido con otro engaño, proporciona desprecio en vez de reconocimiento. Levántate, quitate de ese