Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/193

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
173
EDIPO EN COLONO

Creonte.—¿Veis esto, habitantes de esta región?

Edipo.—Nos están viendo a mi y a ti, y piensan que maltratado yo de obra, me defiendo de ti con palabras.

Creonte.—Pues no puedo contener mi cólera y me llevaré por fuerza a éste, aunque me halle solo y pesado por la vejez.

Edipo.—¡Ay mísero de mi!

Coro.—¡Con cuánta arrogancia has venido, ¡oh extranjero!, si eso piensas llevar a cabo!

Creonte.—Lo pienso.

Coro.—Pues a esta ciudad, ya no la tendré yo por tal.

Creonte.—Con la justicia, en verdad, el pequeño vence al grande.

Edipo.—¿Oís lo que dice?

Coro.—Lo que no podrá cumplir.

Creonte.—Júpiter puede saberlo, que tú no.

Coro.—¿Eso no es ultraje?

Creonte.—Ultraje; pero hay que aguantarlo.

Coro.—¡Oh pueblo! ¡Oh jefes de esta tierra, venid de prisa, venid; porque se propasan éstos!

Teseo.—¿Qué clamor es éste? ¿Qué sucede? ¿Qué miedo és ese por el que me impedis continuar el sacrificio que en los altares estaba ofreciendo al dios marino protector de Colono? Hablad para que me informe bien de lo que me ha hecho venir aquí más de prisa de lo que querían mis pies.

Edipo.—¡Oh queridisimo!, pues he conocido tu voz, he sufrido ultrajes de este hombre ahora mismo.

Teseo.—¿Cuáles son los ultrajes? ¿Quién te ha ultra jado? Di.

Edipo.—Creonte, este a quien ves, acaba de arrebatarme a mis dos hijas, lo único que me quedaba.

Teseo.—¿Qué has dicho?

Edipo.—Lo que me ha pasado has oído.