Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/269

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
249
LAS TRAQUINIAS

guntas sin dejarle pasar adelante. En los deseos que cada uno tiene de enterarse, no le sueltan hasta que no les satisfaga la curiosidad. De modo que si tarda, no es por gusto de él, sino de los que le rodean; pero pronto lo verás en ta presencia.

Deyanira.—10h Júpiter, que reinas en la sagrada pradera del Eta! Me das por fin la dicha tanto tiempo deseada. Cantad, mujeres, lo mismo las de dentro que las de fuera de palacio, para que celebremos la inesperada alegria que me traen con esta noticia.

Coro.—Resuene el palacio que espera al novio, con cánticos de alegria; y la voz acorde de los mancebos celebre al de hermosa aljaba Apolo, nuestro patrono. Y al mismo tiempo entonad un peån, roh virgenes!; cantad a Diana, la hermana de Apolo, nacida en Orti-gia, que hiere a los ciervos y lleva una antorcha en cada mano; celebrad también a las ninfas sus vecinas. Yo haré resonar la flauta, sin dejarla de mis manos, ¡oh dueño de mi corazón! Mirad, mirad, me siento arrebatada, evohé, tvohé, por la biedra que en båquico torbellino me revuelve. Oh, oh, pean! Mira, queridisima mujer, este cortejo que viene hacia ti y que ya puedes distinguir. DØYANIRA. —Lo veo, queridas amigas; mis ojos no han cesado de vigilar para que dejara de advertir ese cortejo. Salud ante todo deseo al heraldo que después de tanto tiempo se me presenta, si buenas nuevas me trae.

Lica.—Pues felizmente llegamos y bien recibidos somos, ¡oh mujer!, conforme al buen éxito de nuestra expedición, El hombre que obtiene la gloria del triunfo, justo es que coseche salva de aplausos.

Deyanira.—¡Oh amabilisimo varón! Lo primero, lo primero que deseo, dime, si me vendrá Hércules vivo,