Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/295

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
275
LAS TRAQUINIAS

de Lerna y al horrible ejército de centauros, entes de dos naturalezas que avanzaban, siendo a la vez hom. bre y caballo, insolentes, sin ley y orgullosos de su fuerza? ¿Y a la fiera de Erimanto y al tricipite perro del subterránco infierno, monstruo invencible que nació de la terrible Equidna, y al dragón que guardaba las manzanas de oro en los últimos confines del orbe? A otras innumerables empresas met lancé y nadie levantó trofeo triunfando de mí. Pero ahora, asi, sia poder valer. me de mis miembros y destrozado, por esta incļrable enfermedad, soy maltratado infelizmente, yo, el renombrado hijo de tan excelsa madre, el celebrado hijo del rey del cielo, Júpiter. Pero old bien lo que os digo: que aunque nada soy y aunque no puedo andar, he de matar a la culpable de esto con mis propias manos. Que se acerque aquí solamente, para que, siendo castigada; pueda decir a todos que yo, viviendo y muriendo, he dado su merecido a los malvados.

Coro.—Oh desdichada Grecia! ¡Cuántos vejámenes veo que has de sufrir, si de este hombre quedas privada!

Hil-lo.—Ya que me permites que to hable, ioh padre!, óyome en silencio, aunque estés sufriendo; pues te pediré lo que es justo obtenga de ti. Déjate llevar de mí, pero no con tanta ira como te corroe el ánimo; porque si no, no podrás saber de qué deseas alegrarte y de que te afliges sin razón.

Hércules.—Di lo que quieras y acaba, que yo en mi-dolor nada comprendo de esas retóricas con que me hablas.

Hil-lo.—De mi madre, vengo a decirte en qué estado se encuentra y cómo se equivocó contra su volentad.

Hércules.—¡Oh pérfido! ¿Y de nuevo haces men. i