Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/331

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
311
FILOCTETES

Filoctetes.—Lo apruebo, ¡oh hijo!, y levantame como quieras, pero deja'a ésos, no sea que se fastidien con el mal olor más pronto de lo que conviene; que en la nave bastante trabajo habrán de aguantar al tener que estar conmigo.

Neoptólemo.—Sea como quieras; pero levántate tú mismo, y tente on pie.

Filoctetes.—Espera; me levantaré del modo como la práctica continua me ha enseñado.

Neoptólemo.—¡Papay! ¿Y que he de hacer yo desde ahora?

Filoctetes.—¿Qué bay, ¡oh hijo! Qué te propones con eso que has dicho?

Neoptólemo.—Estoy dudando del giro que deba dar & tan dificilisima conversación...

Filoctetes.—¿Dudas tú? ¿De qué? No digas eso, hijo.

Neoptólemo.—pues ya me hallo en el momento de la prueba.

Filoctetes.—¿Es que el fastidio de mi dolencia te ha disuadido de llevarme a la nåve?

Neoptólemo.—Todo es fastidio cuando uno, traiciodando su propio natural, hace lo que con él no está conforme

Filoctetes.—Pues nada que desdiga de tu nacimiento haces tú ni dices auxiliando a un hombre de bien.

Neoptólemo.—Seré un villano; esto me aftige tiem5 po ha. por lo

Filoctetes.—No ciertamente que haces, aunque lo temo por lo que dices.

Neoptólemo.—¡Oh Jupiter! ¿Qué hago? (Continuare siendo un malvado, ocultando lo que no debo y diciendo feas mentiras?

Filoctetes.—Este hombre, si no es un mal pense-