Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/335

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
315
FILOCTETES

dueño de esta tierra; Júpiter quien ha decretado esto, y yo obedezco.

Filoctetes.—¡Oh asqueroso! ¡Qué mentiras inventas para hablar! Invocando a los dioses, los pones como embusteros.

Ulises.—No, sino como verdaderos. El camino se ha de andar.

Filoctetes.—Yo digo que no.

Ulises.—Yo digo que sí; es preciso obedecer.

Filoctetes.—¡Ay infeliz de mi! Verdaderamente que me engendró mi padre como esclavo y no como hombre Ilbre.

Ulises.—No; sino igual a los valientes con quienes es preciso que tú tomes a Troya, y la destruyas por la fuerza.

Filoctetes.—Jamás; ni aunque tuviera que aguantar todos los males, mientras me soporte el prominente suelo de esta tierra..

Ulises.—¿Qué pretendes hacer?

Filoctetes.—Estrellar al momento mi cabeza contra una roca, arrojándome desde lo alto de esa piedra.

Ulises.—Cogedle todos para que no pueda hacer eso.

Filoctetes.—¡Oh manos, qué cosas aguantáis por la falta de ese querido arco de que habéis sido privadas por ese hombre! ¡Oh tú, que en nada saludable ni generoso piensas, cómo has logrado ongañarme, cómo me has cogido, poniendo de pantalla a esto niño que me era desconocido, y tan diferente de ti y tan semejante & mi, que no ha sabido hacer más que lo que se le habia' mandado, y claramente denuestra que ahora está pesaroso de la falta que ha cometido y de lo que yo he sufrido! Pero tu alma infame, que furtivamente va mirando siempre, a él que es sencillo y que no queria,