Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/337

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
317
FILOCTETES

Ulises.—Mucho podria contestar a las palabras de éste si me estuviera permitido; pero ahora no digo más que una palabra. Tal como las circunstancias lo requieren, asi soy yo. Si se ofreee un concurso de hom. bres justos y honrados, no encontrarás a otro más pi&doso que yo. Soy de indole tal, que necesito triunfar en todas partes, excepto en lo que a ti se refiere; y abora de buen grado cedo ante ti. Dejadlo, pues; no le toquéis más; dejad que se quede; no necesitamos de él, tenien do las armas ėstas, porque está entre nosotros Teucro, que sabe manejarlas, y también yo, que pienso que no te soy interior en nada de esto, ni en apuntar con la mano. ¿Qué necesidad hay, pues, de ti? Sé feliz paseán. dote por Lemnos. Nosotros vayamonos, y posible es que pronto se me conceda en premio el honor que deblas tú alcanzar.

Filoctetes.—¡Ay de mil Qué hare en mi infortunio? Tú, luciéndote con mis armas, to presentarás entre los argivos?

Ulises.—No tienes que decirme nada, que ya me voy

Filoctetes.—¡Oh hijo de Aquiles! ¿Y ni siquiera merezco que me dirijas la palabra, que asi te vas?

Ulises.—Sigue tú; no vuelvas la vista, aunque eres compasivo, para no malograr nuestra buena suerte.

Filoctetes.—¿De modo que también vosotros, ¡oh extranjeros!, me dejáis aqui solo, abandonado, y no os compadecéis de mt?

Coro.—Este joven es el capitán de nuestra nave. Todo lo que él te diga es lo que te decimos nosotros.

Neoptólemo.—Se me dirá que estoy lleno de compasión por este; sin embargo, aguardad, si a éste place, tanto tiempo cuanto necesiten los marineros para arreglar lo de la nave, y roguemos nosotros a los dio.