Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/46

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
26
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

recorrido ya? Ningún lugar me da señales con que pueda reconocerlo. ¡Pero mira! Cierto ruido oigo de nuevo.

Semicoro.— Es de nosotros, compañeros vuestros de la misma nave.

Semicoro.— ¿Y qué hay?

Semicoro.— He recorrido toda la parte occidental del campamento.

Semicoro.— ¿Y has...?

Semicoro.— Mucho cansancio, sin haber visto nada.

Semicoro.— Ni yo, que he recorrido todo el camino del lado oriental, sin que el hombre en parte alguna se presentara a mi vista.

Coro.— ¿Quién a mi, ya sea alguno de los infatigables pescadores que haya pasado la noche pescando, ya alguna de las diosas del Olimpo o de los rios que corren al Bósforo, podrá decirme si ha visto vagar por aqui al hombre de duro corazón? Pues es desgracia que yo, después de tanto sufrir corriendo por todas partes, no haya tropezado con él en mi camino, en el cual no he visto ni siquiera sombra de hombre.

Tecmesa.— ¡Ay infeliz de mí!

Coro.— ¿De quién es el llanto que sale de la costera selva?

Tecmesa.— ¡Ay desdichada!

Coro.— A la esclava y malaventurada concubina veo; a Tecmesa, embargada en tan gran llanto.

Tecmesa.— ¡Desfallezco, muero; perdida estoy, amigos mios!

Coro.— ¿Qué hay?

Tecmesa.— Áyax, miradle, que acaba de herirse, yace con la espada envainada en su pecho.

Coro.— ¡Ay de mi vuelta! ¡Ay! Has matado, ¡oh rey!, a este tu compañero de viaje. ¡Oh infeliz! ¡Oh desdichada mujer!