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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

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magistrados, daba las pruebas de que los castigaba con razon y como era debido; y miéntras daba el castigo nada se le decia; pero retirados los muchachos, se le hacía cargo si habia sido en la reprension más áspero de lo justo, ó al reves, si habia andado iadulgente y blando. Los amadores tomaban parle en el concepto de los jóvenes en bien y en mal: asi se dice que habiendo un jóven prorumpido en la lucha con un grito impropio, fué multado su amador por los magistrados. Con todo de ser entre ellos tan recibido esto de tener amadores, que áun las mujeres de mayor opinion de bondad tenian doncellas å quienes amaban, no habia celos ni envidias, sino que solia ser esto mismo principio de amistad entre si en los que amaban á uno mismo, y de comun acuerdo trabajaban en hacer á su amado el más excelente de lodos.

Era tambien una de las lecciones de los jóvenes enseñarlos á usar un lenguaje que tuviera cierta acrimonia mezclada con gracia, y que se biciera muy notabie por su concision: porque con la moneda de bierro bizo Licurgo que en mucho peso tuviera poco valor, como hemos dicho; pero en cuanto á la moneda del lenguaje, por el contrario, quiso que en una diccion concisa y breve se encerrase mucho sentido; formando eon el mismo silencio á los jóvenes sentenciosos y muy diestros en dar respuestas; porque así como en los dados á los placeres el exceso bace que por lo comun queden débiles y enervados para la procreacion, de la misma manera el inmoderado bablar hace la diccion necia y vacía de sentido. Dicese, pues, del rey Agis que burlándose un Ateniense de las espadas de los Lacedemonios por ser cortas, y diciendo que los jugadores de manos se las beberian con gran facilidad en sus tabtados; apues nosotros, le respondió, alcanzamos muy bien con ellas á los enemigos:» á este mismo modo hallo yo que el lenguaje lacónico, que parece demasiado conciso, abraza bien los asuntos, y se clava en la mente