que acababan con los que eran obstinados, pero perdonanaban á los que se rendian, tenian por más provechoso el retirarse que el hacerles frente.
Del mismo Lieurgo dice Hipias el sofista que era muy belicoso é inteligente en la formacion de los ejércitos; y Fitostefano le atribuye la distribucion de la caballeria en escuadrones, dieiende que el escuadron, segun aquél lo ordenó, era en número de cincuenta cabalios, dispuestos en una formacion que hacía cuadro; pero Demetrio Falereo es de sentir que de ningun modo se ocupó por si en cosas de guerra, y que su ánimo fué ordenar un gobierno pacífico. El haber dado su atencion á la tregua de Olimpia inclina at mismo concepto de que era amante de la paz. Algunos refleren, segun advierte flermipo, que Licurgo al principio no hizo caso ni tomó parte en las disposiciones de Iito, y sólo yendo de viaje casualmente se halló de espectador; pero que alli oyó á su espalda una voz como de hombre que le reprendia, y se maravillaba de que no inclinase á sus ciudadanos á lener parte en aquella solemne junta; y como volviéndose á ver quién era, de ningun modo viese presente al que le habló, reputándolo por cosa divina, se dirigió á Ifito, y contribuyó á hacer la flesta más magnífica y más estable.
La educacion duraba aun en la edad adulta; porque á nadie se le dejaba que viviese segun su gusto, sino que la ciudad era como un campo, donde todos guardaban el órden de vida prescrito, ocupándose en las cosas páblicas, por estar en la inteligencia de que no eran suyos, sıno de la patria: por tanto, miéntras otra cosa no se les ordenaba, se ocupaban en ver lo que hacian Ios jóvenes; en enseftiarles alguna cosa provechosa, 6 en aprenderla de los más ancianos. Porque de las cosas buenas y envidiables que Licurgo preparó á sus ciudadanos fué una la sobra de tiempo, no permitiéudoles que se dedicasen en ninguna manera á las artes mecánicas, y no teniendo por qué afa-