unos los habia restituido de pafs extraño, no sabiendo ya la lengua ática por el tiempo que habian andado errantes, y á otros que acá sufrian la indignidad de la esclavitud los habia hecho libres. Dicese que con motivo de esta primera disposicion le sobrevino un gravísimo disgusto: porque cuando trataba de abolir los créditos, y andaba examinando qué palabras serian las más acomodadas, y cuál el principio más conveniente, comunicó el pensamiento, de los amigos que tenla de más confianza é intimidad, á Conon, Clinias é Hipónico, diciéndoles que en cuanto al terreno no iba á hacer novedad, pero que tenía resuelto hacer abolicion de los créditos. Estos, valiéndose de la noticia y adelantándose, tomaron gruesas cantidades de los ricos, y compraron grandes posesiones: publicóse despues la ley, y como de una parte disfrutasen las lierras, y de otra no pagasen á los acreedores, hicieron nacer contra Solon gran sospecha y calumnia de que no era del número de los perjudicados, sino de los que porjudicaban; pero muy luégo se vió libre de esta acusacion con la pérdida que se hallo tenia que sufrir de cinco talentos, que fué la suma que tenía dada á préstamo, siendo el primero que la dió por extinguida conforme á la ley: algunos dicen que fueron quince, y entre ellos Poluzelo de Rodas. A aquellos sus amigos siempre los llamaron en adelante bancaroteros.
No acertó á dar gusto ni á unos ni á otros, sino que desazonó á los ricos, aboliendo sus créditos, y más todavía á los pobres, porque no hizo el repartimiento de tierras que esperaban, ni los igualó ni uniformó, como habia hecho Lieurgo, en los medios de vivir. Mas Lieurgo, con ser undécimo en grado desde Hércules, y haber reinado muchos años en Esparta, teniendo en su auxilio para cuanto intentase una gran dignidad, amigos y poder, hubo de valerse más bien de la fuerza que de la persuasion, hasta perder un ojo en la revuelta, para poder poner por obra lo más propio para la salud y concordia de la república, que