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SOLON.

razon y justicia que el ser arrastrado con persuasiones fuera de lo reclo en nada se diferencia del ser violenlade, y poaiendo en el mismo punto con la precision el engaño, y con el dolor los halagos, como igualmente capaces de sacar al hombre de juicio. Hizo, además, sobre el salir las mujeres de casa, sobre los duelos y las fiestas, ley que reprimia lo que era desordenado y excesivo, mandando que aquellas no viajasen con más de tres vestidos; que en comida y bebida no llevasen sobre el valor de ua óbolo, ni canastillo que fuese mayor de un codo, y que de noche no saliesen sino en coche, y precedidas de un hacha. Vedó el lastimarse en los duelos, los poemas lúgubres, y el llorar en los entierros de los extraños; ni permitió llevar de ofrenda un buey, ni enterrar con el muerto sino lo que equivaliese á tres vestidos, ni tampoco ir á los sepuleros ajenos, como no fuese al tiempo de las exequias. Las más de estas cosas han sido admitidas en nuestras leyes, las cuales añaden que los que en ellas contravengan sean multados por los celadores de las casas mujeriles, como hombres que se dejan lievar en los duelos de pasiones y errores débilcs y afeminados.

Como viese que la ciudad se iba llenando cada dia de hombres atraidos de todas partes al Ática por la seguridad; que la mayor parte del terreno era ingrata y estéril, y que la gente de mar nada solia introducir para los que nada tenian que darles en retorno, inclinó á los ciudadanos al ejercicio de las artes, é hizo ley sobre que el hijo á quien no se hubiese enseñado oficio, no estuviese obligado á atimentar á su padre. Porque á Licurgo, que habitaba una ciudad limpia de toda canalla forastera, con un territorio suficiente para muchos, más de doble para cuantos eran, sogun expresion de Euripides, y con la muchedumbre de ilotes difundida por toda la Lacedemonia, á la que era conveniente abatir, quebrantándola con el trabajo, en lugar de dejarle tiempo para el recreo, le estuvo muy bien, apar-