SÓLON, 194 gos, oh rey de Lidia, le contestó, nos ha concedido Dios una medianía en muchas cosas, y nos ba becho participantes de cierta sabiduria tranquila y confiada, segun parece, la cual es toda popular, no régia y brilante, como nacida de aquella misma medianfa: ésta, pues, viendo sujeta la vida á tan diversas fortunas, no nos deja engreirnos con los bienes presentes, ni admirar en el hombre una felicidad que puede tener mudanza con el tiempo; porque cada uno tiene sobre si un porvenir muy vario, por lo mismo que es incierto; y aquel tenemos por feliz á quien su buen hado le ba proporcionado ser dicboso hasta el fin.
Mas la feticidad del que todavia está vivo y sujeto á riesgos, es insegura y falible, como el parabien y la corona del que todavía está peleando.» Dicho esto, se retiró Solon, dejando disgustado á Creso, pero no corregido.
Hallábase en Sardis el fabulista Esopo llamado por Creso; y siendo tratado con distincion, estaba mal con Solon, porque no era capaz de ninguna condescendencia; asi, en aire de amonestacion le dijo: «0h, Solon! con los reyes 6 se ha de conversar poco, ó á su gusto;» y Solon á esto: «0 muy poco, ó para su bien;» pero ello es que por entónces Creso hizo poca euenta de él. Cuando más adelante, peleando con Ciro, fué vencido en ta batalla, perdió su ciudad, y quedando prisionero iba á ser quemado vivo; dispuesta ya la boguera, al ir á ser arrojado en ella sujeto con prisiones, á presencia de mucbos Persas y del mismo Ciro, levantando la voz cuanto alcanzó y pudo, gritó hasta tres veces: «;0h Solon!» Maravillóse Ciro, y enviú á que le preguntaran qué bombre ó qué Dios era aquel Solon á quien en tan grande infortunio invocaba. Creso, sin omitir nada, respondió: «Este era un hombre sabio entre los Griegos, al quo yo envié á llamar, no porque quisiere oir 6 aprender nada do lo que me convenia, sino para que viese y fuese testigo de aquella dicha que es mayor mal baberla perdido que fué bien el poseerla, porque era fábula y opi-