novedades, de forma que engañó á muchos. Mas Solon luégo conoció su indole, y fué el primero en prever sus ideas insidiosas; sin embargo, no se indispuso con él, sino que procuró ablandarle y corregirle; diciéndole á él mismo yá otros, que si su alma se purgara del amor á la preferencia, y se curara del deseo de reinar, no habria ninguno ni más bien dispuesto para la virtud, ni mejor ciudadano.
Comenzaba entónces Tespis á alterar la tragedia, de cuya Dovedad eran muchos atraidos, aunque todavía no habia legado á ser materia de contiendas y certámenes; y Solon, que por carácter era amigo de oir y aprender, y que en la vejez se habia dado más todavta á la quietud, al estudio, á la música, y áun á los banquetes, asislió á un drama en que, como entre los antiguos era costumbre, representó el mismo Tespis. Acabado el espectáculo, saludó á éste, y le preguntó, cómo no se avergonzaba de haber acumulado tanta mentira; y como le respondiese éste, que nada habia de malo en que aquellas cosas se dijesen por entretenimiento, dando Solon un fuerte bastonazo en el suelo: Pronto, repuso, aplaudiendo y dando aprecio á este entrelenimiento, nos hallaremos con él en nuestros negocios y contratos.»
Despues que Pisistrato, lastimándose con sus propias manos, se hizo llevar en carroza á la plaza, é irritó al pueblo con hacerle creer que sus enemigos por causa de la república le babian ultrajado, siendo muchos los que con grande griteria se mostraban indignados del caso, corrió Solon bácia él, y parándose á su lado: «Muy poco á propósito remedas, ob hijo de Hipócrates, le dijo, al Ulises de Homero, porque para dominar á tus eiudadanos haces aquello propio con que Ulises engañó á sus enemigos, lastimándose á si mismo.» De eslas resultas la muchedumbre se mostraba dispuesta á defender á Pisistrato: juntóse el pueblo, y haciendo Ariston proposicion por escrito de que para custodia de su persona se dieran á Pisistrato cin-