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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

éste no se le diese, le amenazó que en breve le habia de volver su casa caballo de madera; dándole á entender que le suscitaria acusaciones y pleitos entre los de su familia.

En la ambicion y deseo de gloria excedió á todos, tanto que siendo todavla jóven, á Epicles el de Hermione, guitarrista muy obsequiado de los Atenienses, le pidió muy enearocidamente que tañese en su casa, ambicionando que alli concurriesen muchos en su busca. Habiéndose presentado en Otimpia, quiso competir con Cimon en banquetes, en tiendas, y en todo lo que era brillantez y aparato; mas tos Griegos no se lo llevaron á bien: porque á éste, todavia jovencito y de una easa distinguida, creian que aquello podia tolerársele; mas á aquél, que no era conocido por su linaje, y que les parecia se iba elevando más de lo que á su mérilo y facultades correspondia, teniánselo á vanagloria. Fué declarado vencedor, puesto al frente de un coro de trágicos, contienda en que ya entónces se ponia gran diligencia y esmero; y por esta victoria puso una lápida con esta inscripcion: «Temístocles Freario presidia el coro; Frinico los instruyó; era arconte Adimanto.» Llegó, sin embargo, á poner de su parte á la muchedumbre, ya bablando á cada uno de los ciudadanos por su nombre, teniéndolos de memoria, y ya mostrándose juez inflexible en los negocios do los particulares: así, á Simónides de Quio, que hallándose de General le pidió una vez una cosa fuera de lo justo, le respondió: «Ni lá serias buen poeta si cantaras fuera de tono, ni yo un magistrado cual conviene si hiciera gracias contrarias é la ley.» Otra vez chanceándose con el mismo Simónides, le dijo que en dos cosas obraba sin juicio: en zaherir á los de Corinto, que habitaban una gran poblacion, y en hacerse retratar, teniendo una cara tan fea. Al fin, elevado ya, y congraciado con la muchedumbre, bizo que prevaleciese su faccion, y que por el ostracismo saliese Aristıdes desterrado.

Cuando ya el Medo venla sobre la Grecia, y los Atenien-