mente útil y saludable para la ciudad, pero incomunicable á la muchedumbre. Decretaron los Alenienses que lo revelase á sólo Arístides, y si éste lo aprobaba, lo llevara á efecto.
Manifestó, pues, á Aristides que su pensamiento era pegar fuego á la armada de los Griegos; y éste, presentáadose al pueblo, le anunció que no podia haber proyecto más útil que el que tenia meditado Temístocles, ni lampoco niás injusto; por lo que los Atenienses mandaron á Temístocles quo desistiese de él. Propusieron en la junia de los Anfictuones los Lacedemonios que se privara del derecho de intervenir en ella á las ciudades que no habian cooperado á la guerra contra el Nedo; y temiendo Temístocles que si los Tesalianos, los Argivos, y áun los Tébanos, eran desechados de la junta, absolulamente se apoderarian aquellos de los votos, y no se haria más de lo que quisiesen, trató de ello con las ciudades, y logró que fueran de contraria opinion los congregautes: haciendo ver que solas treinta y una ciudades, y de estas la mayor parte muy pequeñas, habian tenido parte en la guerra; por tanto que sería mvy duro, que excluida de la reunion toda la Grecia, viniera la junta á no componerse más que de dos ó tres ciudades. Con esto se indispuso fuertemente coa los Lacedemonios; los cuales procuraron cómo Cimon adelantara en los encargos y honores, para que fuera en el gobierno el antagonista de Temistocles.
Era, además, odioso á los aliados, porque dirigiéndose á las islas, les exigia las contribuciones; asi decia y oia lo que lHerodoto reflicre de los Andros: porque les dijo quO se presentaba alli trayéndoles dos Dioses, la persuasion y la fuerza; y ellos le respondieron que tenian consigo otros dos grandes Dioses, la pobreza y la miseria, que les proh ibian le diesen dinero. Timocreon el de Rodas, poeta lirico, en sus canciones trata muy mul á Teinístocles, porque á otros desterrados, por dinero les proporcionó ser restilui-