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TEMÍSTOCLES.

TKHISTOCLES.

255 ignorancia, sino corrompidos con dinero, le habian tomado á bordo, puso en la precision de hacerse de nuevo al mar y aportar al Asia. De su caudal llevó cntónces mucho consigo, babiendo podido sustraerlo algunos de sus amigos; pero otra gran parte que llegó á descubrirse, fué llevada al tesoro público; diciendo Teopompo que montó i cien talentos, y Teofrasto que á ochenta, siendo asi que apénas valdria tres talentos todo cuanto tenía cuando empezó á tomar parle en los negocios públicus.

Llegado que hubo á Cima, como entendicse que entre las gentes de mar muchos le andaban espiando para echarle mano, y más especialmente Ergoteles y Putodoro, porque la caza era lucraliva para los que en todo no buscan más que la gananciu, habiendo hecho publiear el Rey que daria doscientos talentos, huyó de alli á Aigas, pueblezuclo eolico, donde sólo era conocido de su luésped Nicoguenes, hombre entre los Eolicos muy rico, y que lenia judujo con los que arriba gozaban de auloridad. En casa de ésle se muntuvo oculto alganos dins; mas al cabo do ellos, de sobremesa, en un festin tenido con motivo de cierto sacrifleio, Olbio, ayo de los bijos de Nieoguenes, saliendo fuera de si, como inspirado cantó en verso de este modo: Da á la noche la voz, y da el conscjo; Y á la noche tambien da la vieloria.

Yéndose despues de esto á recoger Temístocles, le pareció ver en sueños un dragon que de la tierra le subiú al vientre, y se lo rodeó al cucllo, y luégo apénas tocó en cl rostro se convirtió en águila; la cual, cogiéndole cor las alas, lo levantó y llevó consigo largo espacio; y úitimamente, presenlándose un eaduceo de oro, sobre ésle le colocó con toda seguridad, dejándole libre de grandísimo miedo y turbacion. Despachóle, pues, Nicoguenes, valién-