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Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo I (1879).pdf/292

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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

reglo de aquel asunto, con recibir alguna suma de los Falerios, y hacer paz y amislad con to dos los Faliscos, retiró el ejército.

Los soldados, que ba bian esperado saquear á Falerios, cuando regresaron á casa con las manos vacías, acusaban á Camilo de desafecto al pueblo y nada inclinado á favorecer á los pobres. Otra vez repitieron los tribunos de la plebe la ley de la repoblacion; y pidiendo que el pueblo pasara á votar, Camilo no se detuvo en enemislades, ni usó de disimulos, sino que á las claras contuvo á la muchedumbre y logró si que voluntariamente diera su voto contra la ley; pero no por eso dejó de atraerse su enojo: tanto, que ocurriéndole motivos domésticos de pesadumbre por haber perdido de enfermedad al uno de sus bijos, nada se disminuyó el cncono por la compasion; sin embargo de que por ser de condicion dulce y bondadosa, Ilevó con mucho dolor esta pérdida, y que con hallarse citado por esta causa, se quedó en casa por el duelo, encerrado con las mujeres.

Era su acusador Lucio Apuleyo, y el delito haberse apropiado los despojos etruscos; diciéndose que se veian en su casa ciertas puertas de broncc. El pueblo estaba muy irritado, y era indudable que bajo cualquier pretexto iba á dar scatencia contra él. Congregando, pues, á sus amigos, sus compañeros de armas y sus colegas de mando, que eran en gran número, les hizo la súplica de que no le abandonasen viéndole molestado con injustas acusaciones y hecho el juguete de sus enemigos. Cuando vió que los amigos, habido consejo y deliberacion entro sí, le dieron por respuests que en su causa ningun auxilio podian prestarie, y sólo si se le impusiese alguna multa la pagarian, no pudiendo aguantar más, determinó, en aquel acaloramiento de la ira, retirarse y huir de la ciudad. Saludando, pues, á su mujer y á su hijo, se dirigió por la ciudad con gran silencio á la puerta; alli se paró, y vuelto