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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

ciudad, se vistieron las ropas sagradas y de ceremonia, y precedidos del Pontifice máximo Fabio hicieron plegarias á los Dioses, consagrándose en víctimas de expiacion por la patria; y así adornados se sentaron en medio de la plaza en sus sillas de marfil, aguardando la suerte que les amenazaba.

Al tercer dia despues de la batalla se presentó. Breno con todo su ejército delante de la ciudad; y encontrando abiertas las puertas, y las murallas sin guardia ninguna, al principio receló no fuese alguna celada ó añagaza, no pudiendo creer que enteramente hubiesen desmayado así los Romanos; pero despues que se informó de lo que habia en realidad, entrando por la puerta Colina tomó la ciudad, á los trescientos y sesenta años y poco más despues de su fundacion, si hemos de creer que pudo salvarse la exactitud en la razon de los tiempos, en la cual áun para sucesos más modernos indujo confusion aquel trastorno. De este infortunio y de esta pérdida parece que se difundió al punlo un rumor oscuro por toda la Grecia; porque Heráclides Póntico, que poco más ó ménos vivió por aquella edad, en su libro Del alma dice que por la tarde corrió la voz de que un ejército de los Hiperboreos, que vino de la parte de afuera, se apoderaba de la ciudad griega-romana, fundada allíi sobre el gran mar. Yo no extrañaria que un hombre aficionado á fábulas é invenciones como Heráelides, á la relacion verdadera de la loma de la ciudad hubiera añadido de suyo lo de los Hiperboreos y lo del gran mar. El filósofo Aristóteles no tiene duda que oyó con exactitud lo de la ocupacion de la ciudad por los Celtas; pero dice que el que la salvó fué Lucio, y Camilo no se lamaba Lucio, sino Marco; mas para aquello no me fundo sino en conjeturas. Apoderado Breno de Roma, dejú guardia ante el Capitolio; y bajando él á la plaza, se quedó asombrado de ver aquellos hombres sentados con aqueadorno y tan silenciosos; y sobre todo de que marchando