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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

padecian. Son estos animales por su naturaleza muy sentidos y muy prontos á cualquiera ruido; pero entónces aquellos, hechos todavía más vigilantes é inquietos con el hambre, sintieron muy pronto la subida de los Galo8, y corriendo haciendo estrépito se fueron para los Romanos, y los despertaron á todos, á tiempo que ya los Galos movian grande alboroto, y se apresuraban más, viéndose descubiertos. Tomó, pues, cada uno de aquellos el arma que más á mano encontró, y como el tiempo lo pedia, corrieron á defenderse. El primero Manlio, varon consular, de cuerpo robusto y conocido por el valor de su espíritu, oponiéndose á un tiempo á dos enemigos, al uno adelantándose con su espada á la segur que traia alzada, le cortó la diestra; y al otro, dándole en la cara con el escudo, le arrojó de espaldas la roca abajo, y puesto prontamente en el muro con los demas que acudieron y se le pusieron al lado, rechazaron á todos los enemigos, que ni eran muchos ni hicieron cosa memorable. Libres de esta manera de aquel peligro, luego que vino el dia, al comandante de la guardia le precipitaron de la roca hácia los enemigos; yá Manlio le decretaron un premio de valor, más apreciable que útil, dándole cada uno cuanto babia tomado para su manutencion en aquel dia, que era la media libra de harina acostumbrada, porque así la llaman, y de vino la cuarta parte ta de cotila griega[1].

Con esto las cosas de los Celtas comenzaron á ir en decadencia, porque les faltaban las subsistencias, impedidos de merodear por miedo de Camilo; y además les habia acomelido una epidemia, por causa de los muchos muertos esparcidos por todas partes, estando precisados á tener las tiendas sobre escombros; y el gran monton de ceniza alleraba el aire con su sequedad y aspereza, y le hácia mal 1) La cotila era un poco ménos de medio ouartillo de nuestre medida.