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PERICLES.



Viondo César en Roma, segun parece, á ciertos forasteros ricos que se complacian en tomar y llevar en brazos perritos y monitos pequeños, les preguntó si las mujeres en su tierra no parian niños; reprendiendo por este término de una manera verdaderamente imperatoria á los quo la melinacion natural que hay en nosoiros á la moralidad y la humanidad, debiéndose á solos los bombres, la trasladan á las bestias. Pues si áun eo los bijos de los perros y gimios hay como cierto deseo á saber y á examinar, razon tendrá nuestra alma para reprender á aquellos que abusan de esta en oir y eseudriñar cosas que no merecen ninguna atencion, descuidando las que son loables y provechosas. Porque á los sentidos, como que se han pasivamente, al recibir la impresion de cualquiera objeto puede serles preciso reparar en lo que los biere, bien sea provechoso, ó bien inútil; mas de la razon á cada uno le es dado usar como quiere, y convertirla y trasladarla fácilmente al objeio que le parece. Conviene por tanto volvorla á lo mejor; no para examinarło solo, sino para alimentarse y recrearse con su contemplacion. Porque asi como al ojo aquel color le es conveniente que con su amenidad y blandura excita y recrea la vista, así tambien conviene emplear la inteligencia en objetos que con recreo la inclinen hácia el bien que le es natural y propio; y estos objetos son las