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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

tente todo el dia, y lo aguantó, áun en la plaza, miéntras tuvo que despachar los negocios que ocurrieron: á la tardese retiraba tranquilo á casa, y aquel hombre se puso á seguirle, vomitando contra él toda suerte de dicterios: legó á casa cuando ya habia oscurecido, y mandó á un criado que tomase un hacha, y fuese acompaňando á aquel bom bre hasta su posada. El poeta lon dice que el trato de Pericles era arrogante y soberbio, y que á lo jactancioso se reunia en él cierta altivez y desprecio de los demas; y celebra á Cimon de atento, de afable y de festivo en las concurrencias; pero sin hacer easo de lon, que al modo que en la represenlacion trágica, quiere que tambien en la virtud haya su poquito de sátira, á los que á la gravedad de Pericles le daban ei nombre de arrogancia y soberbia, los exhortaba Zenon á que ellos tambien se mostraran orgullosos por aquel término, para que la fiecion de lo bueno engendrara en sus ánimos, sín que lo echasen de ver, recta imitacion y costumbre.

Ni sólo este fruto sacó Pericles de su comunicacion con Anaxágoras, sino que parece baberse hecho con ella superior á la supersticion, que infunde terror en los efectos meteóricos y naturales á los que ignoran sus causas, y en las cosas divinas á los que con ellas deliran, y se asustan por falta de experiencia; pues la eiencia fisica la disipa, inspirando en lugar de una supersticion tímida y vana, una piedad sólida, acompañada de las mejores esperanzas.

Cuéntase que lrajeron una vez á Pericles la cabeza de un carnero que no tenía más do un solo cuerno; y que Lampon el adivino, tuégo que vió el cuerno fuerte y firme que salia de la mitad de la frente, pronunció que siendo dos los bandos que dominaban en la eiudad, el de Tucidides y el de Pericles, seria de aquel el mando y superioridad en el que se vorificase aquel prodigio; pero Anaxágoras, abriendo la cabeza, bizo ver que el cerebro no llenaba toda la cavidad, sino que formaba punta como huevo,