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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

Despues de esta victoria sobre los Samios dice Ion que eslaba lleno de orgullo, porque Agamenon babia necesitado diez años para tomar una ciudad bárbara, y él en nue ve meses habia reducido á los primeros y más podero- BOs de los Jonios; y en verdad que no era injusto este engreimiento, porque esta guerra fué de gran incertidumbre y muy peligrosa, si, como dice Tucidides, estuvo en poco el que la ciudad de Samos despojara del imperio del mar á los Atenienses.

Despues de esto, como estuviese ya fermentándose la guerra del Peloponeso, persuadió al pueblo que enviaran auxilio á los de Corfú, molestados con guerra por los de Corinto, y que se anticiparan á tomar una isla poderosa en fuerzas maritimas, miéntras todavía los del Peloponeso no se les acababan de declarar enemigos. Decretado por el pueblo aquel auxilio, dió el mando á Lacedemonio, hija de Cimon, con solas diez naves como para desaereditarle, porque habia sido siempre la casa de Cimon afecta á los Lacedemonios: por tanto, para que si Lacedcmonio durante su mando no hacía nada notable y digno incurriera todavia más en la sospecha de laconismo, le dió tan pocas naves y le hizo marchar mal de su agrado. Estaba además repugnando siempre á los hijos de Cimon, como que aun en los nombres no eran legítimos Alenienses, sino extranjeros y peregrinos, llamándose uno Lacedemonio, otro Tesalo y otro Eleo; y todos ellos parece que fueron tenidos en una mujer árcade. Hablábase mal contra Pericles á causa de estas diez galeras, porque siendo pequeño socorro para los que le pedian, daba grande pretexto de queja á los contrarios: envió, por tanto, á Corfü más naves, las cuales llegaron despues del combate. A los Corintios, indispóestos ya por estas cau sas con los Atenienses, y que tos estaban acusando en Lacedemonia, se agregaron los de Megara, dando la queja de que eran excluidos de todo mercado y de todos los puertos donde dominaban los Atenienses,