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PERICLES.

bierno. Con todo, no desmayó, ni decayó de ánimo con estas desgracias, ni se le vió lamentarse, ocuparse en las exequias, ó asistir al entierro de alguno de sus deudos ántes de la pérdida de su atro hijo legitimo Paralo. Consternado con tal golpe, procuró, sin embargo, sufrirlo en fuerza de la costumbre, y conservar su grandeza de ánimo; pero al ir á poner al muerto ana corona, á su vista se dejó vencer del dolor hasta hacer exclamaciones y derramar copia de lágrimas; no habiendo hecho cosa semejante en toda su vida.

La ciudad, puesta la atencion en la guerra, habia tanteado á los demes generales y oradores, y como en ninguno hallase contrapeso, ni dignidad correspondiente á lo arduo del mando, deseosa ya de Pericles, le lamó para la tribuna y para el mando de las tropas; mas hallábase desalentado y encerrado en su casa por ol duelo, y fué preciso que Alcibiades y otros amigos le convencieran para que se presentase. Dió excusas el pueblo de su desconocimiento y olvido, y él volvió á encargarse de los negocios: nombrósele general, é hizo proposicion para que se abrogase la ley sobre los espurios, que él mismo habia introducide ántes, para que por falta de sucesion no se acabase su casa y se extinguiera su nombre y su linaje. Lo que bubo acerca de esta ley fué lo siguiente: floreció por largo tiempo ántes Pericles en el mando, y teniendo hijos legílimos, como se ha visto, propuso una ley para que sólo se tuviera por Atenienses á aquellos que fuesen hijos de padre y madre ateniense. Como luégo el rey de Egipto hubiese enviado de regalo para el pueblo cuarenta mil fanegas de trigo, habiéndose de repartir á los ciudadanos, por esta ley se movieron á los espurios mucbos pleitos, que hasta alli habian eslado olvidados y en descuido; y áun muchos fueron calumniosamente vencidos; de manera que llegaron hasta muy cerca de cineo mil los que resultando no tener la calidad, fueron vendidos; y los que per-