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FABIO MÁXIMO.

t algun asidero, hacfa lentativas, ya acercándosele, ya causando alarimas, y ya llamándole por diferentes partes, todo con el objeto de sacarle de sus propósitos de seguridad.

Mas en él su juicio, que estaba siempre aferrado á sólo lo que convenia, se mantenia constantemente firme é invariable. Incomodábale tambien el maestre de la caballeria Minucio, ansioso intempestivamente de pelear, sumamente arrojado, y que en este sentido arengaba al ejército, al que él mismo habia llenado de un impetu temerario y de vana confianza: así los soldados á Fabio le llamaban el pedagogo de Aníbal, y á Minucio le tenian por varon excelente y por general digno de Roma. Concibiendo con esto más ánimo y temeridad, decia en aire de burla que aquellos campamentos por las alluras eran teatros que el dictatador les proporcionaba para que pudieran ver las devastaciones é ineendios de la Italia. Preguntaba tambien á los amigos de Fabio, si pensaba subir el ejército al cielo, desconfiado ya de la tierra, ó esconderse entre las nubes y las nieblas paraescapar de los enemigos. Referian los amigos á Fabio estos insultos; y como le excitasen á que con pelear borrara esta afrenta: «Entónces serla yo más timido que ahora, les dijo, si por miedo de los dicterios y de ser escarnecido mo apartara de mis determinaciones. El miedo por la patria no es vergonzoso; cuando el salir de sí por las opiniones de los hombres, por sus calumnias y sus reprensiones no es digno de un varon de tanta autoridad, sino del que se esclaviza á aquellos á quienes debe mandar, y áun dominar, cuando piensan desacertadamente.»

En este eslado cae Anibal en un yerro; porque queriendo levar su ejército más lejos del de Fabio, y establecerse en terreno que abundase más en pasto, dió órden á los guias de que inmediatamente despues de la cena le condujeran al campo Cusinate. No habiendo éstos, á causa de la pronunciacion extranjera, entendido bien lo que se les decia, conducen todas las tropas al extremo de la Campania, á la