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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

Livio el que defendia á Tarento cuando se entregó á Anlbal; con todo, eonservando la ciudadela, no fué arrojado de ella, y la mantuvo basta que volvieron los Tarentinos á la dominacion de los Romanos. Irritóse éste con los honores tributados á-Fabio; é inflamado un dia en el Senado de envidia y de ambicion, dijo que no era á Fabio, sino á él á quien se debia la toma de Tarento; y Fabio, sonriéndose, «Es cierto, le contestó, porque si tú no la hubieras perdido, no bubiera yo tenido que recobrarla.»

Además de que en todo proeuraban honrar á Fabio los Romanos, nombraron cónsul á su hijo Fabio; y encargado éste del mando, en ocasion en que estaba dando cierlas disposiciones para la guerra, el padre ó por vejez y enfermedad, ó para probar á su hijo, montó á caballo, y fué á pasar por entre los que allí concurrian y los que á aquél acompañaban. Vióle el jóven de léjos, y no se lo permitió; sino que envió un lictor con la órden de mandar al padre que se apease, y fuera donde él estaba, si tenía algo que solicitar del cónsul. Ofendió esta órden á los circunstantes, que volvieron en silencio los ojos hácia Fabio, por parecerles que no se le trataba como merecia; mas ét, apeándose al punto, y encaminándose á pasos acelerados hácia el hijo, le abrazó y saludó, dicióndole: «Muy bien pensado, y muy bien hecho, hijo mio: esto es conocer á quiénes mandas, y cuán grande es la dignidad de que estás adornado. De esta misma manera nosotros y nuestros ascendientes hemos contribuido á la grandeza romana, poniendo siempre á los padres y á los hijos en segundo lugar despues del bien de la patria.» Consérvase todavía en memoria que el bisabuelo de Fabio, que ciertamente llegó entre los Romanos á la mayor gloria y el mayor poder, habiendo sido cónsul cinco veces y conseguido trunfos muy brillantes de poderosos enemigos, fué acompañando, siendo ya anciano, á su hijo cónsul á la guerra, que en el triunfo éste fué conducido con tiro de cabalios, y el padre le si-