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FABIO MÁXIMO.

guió á caballo entre los demas, muy regocijado do que con imperar él á su hijo, y ser el mayor entre sus ciudadanos, que así lo reconocian, tomaba, sin embargo, lugar despues de las leyes y del que mandaba por ellas; aunque no le venía de esto sólo el ser un hombre extraordınario.

Tuvo Fabio el pesar de que el hijo se le muriese: y sufrió su pérdida resignadamente como hombre sabio y como buen padre; y el elogio, que uno de los deudos dice en las exequias de los hombres ilustres, lo pronunció él mismo presentándose en la plaza; y poniendo por escrito este discurso, to dió al público.

Enviado por este tiempo á España Cornelio Escipion, habia arrojado de ella á los Cartagineses, venciéndolos en diferentes batallas; y habiendo sujetado muchas provincias y grandes ciudades y becho brillantes hazañas, habia adquirido entre los Romanos un amor y una gloria cual punca otro alguno. Eligiósele cónsul, y notando que al pueblo exigia y esperaba de él heebos muy gloriosos, el combatir alli con Anibal lo tenía como por anticuado y por cosa de viejos; y en vez de esto meditaba talar á la misma Cartago y al Africa, llenándolas súbitamente de armas y de tropas, y trasladar allá la guerra desde la Italia, procurando con Lodo empeño hacer adoptar al pueblo este pensamiento. Mas Fabio trataba de inspirar á la ciudad el mayor miedo, haciéndole entender que por un jóven de poco juicio eran impetidos al extremo y mayor peligro, no omitiendo, para apartar de esta idea á los ciudadanos, medio aiguno ó de palabra ó de obra, y lo que es al Senado logró persuadírselo; pero el pueblo sospechó que miraba con envidia la prosperidad de Escipion, y que recelaba no fuera que ejecutando éste algun hecho grande y memorable, con el que ó acabara del todo la guerra, ó la sacara de la talia, pareciese que él mismo en tanto tiempo babia peleado desidiosa y flojamente. Es de creer que al principio DO Be movió Fabio á contradecir con otro espfritu que