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FABIO MÁXIMO.

que á Aníbal le fueron enviados correos de parte de tos Cartagineses llamándole y rogándole que abandonando aquellas nunca cumplidas esperanzas, corriese allá á darles auxilio; cuando en Roma todos tenian á Escipion en los labios, celebrando sus victorias, Fabio era de opinion que se le enviase sucesor, no dando ningun otro motivo que aquel dicho tan conocido: «que no deben farse negocios de tanta importancia á la fortuna de un hombre solo; porque es muy diffci) que uno mismo sea constantemente feliz.» Con esto perdió con muchos el concepto, pareciéndoles descontentadizo y capricbudo, ó que con la vejez se habia becho enteramente cobarde y desconfiado, llevando al último extremo el miedo de Anfbal, pues ni áun despues de haber partido éste de Italia con todas sus tropas, dejaba que el gozo de los ciudadanos fuese puro y sin zozobra, sino que decia que entónces era cuando contemplaba en mayor ricsgo á la república, que corria al último peligro: por euanto Anfbal en el Africa sería ante Cartago enemigo más terrible, oponiendo á Escipion un ejército caliente todavfa con la sangre de muchos generales, dictadores y cónsules : de tal manera que con tales ponderaciones de nuevo se contristaba la ciudad, y con estar ya la guerra en el Africa, el miedo les parecia que estaba más cerca de Roma todavía que ántes.

Mas Escipion, habiendo vencido al cabo de poco tiempo á Anibal en batalla campal, y destruido y bollado su arrogancia con la ruina de la misma Cartago, dió á sus ciudadanos un gozo mayor que el que podian esperar, y sentó sobre bases fijas su mando, que en verdad habia sido de poderosas olas agitado. Pero no le alcanzó á Fabio Máximo la vida hasta ver el término de aquella guerra: ast no oyó la derrota de Antbal, ni llegó á entender que la prosperidad de la patria era tan grande como segura; sino que por el mismo tiempo en que Aníbal tuvo que salir de Italia, cayó enfermo y murió. Los Tebanos bicieron á costa del