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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

tornada con el sacudimiento de tantos errores ajenos, del todo se asolase. Y aunque acaso se tendrá por ménos dificil tener á raya una ciudad humillada, y hacerla dócil por necesidad al que sobresale en prudencia, que poner freno á la insolencia y temeridad de un pueblo engreido é hinchado cen su prosperidad, que es como Pericles principalmente dominó á los Atenienses; con todo el tamaño y muchedumbre de las desgracias que entónces acontecieron á los Romanos, hieieron ver que era hombre del más firme juicio y de la mayor constancia el que no vaciló ni se aparló un punto de su propósito.

A la toma de Samos, conquislada por Pericles, podemos muy bien oponer la recuperacion de Tarento; y á la Eubea las ciudades de la Campania: pues que á Capua la restauraron los cónsules Furio y Apio. Fabio no parece que venció nunca en batalla campal, sino solo cuando consiguió el primer triunfo; en vez de que Pericles erigió por tierra y por mar nueve trofeos, triunfando de los enemigos. Con todo, no se cuenta de Pericles una accion semejarte á la que ejecutó Fabio sacando á Minucio de las manos de Anibal, y salvando integro el ejército de los Romanos; hazaña gloriosa, en que á un tiempo tuvieron parte ei valor, la prudencia y ta honradez. Mas tampoco se dice, por el contrario, de Pericles un desacierlo como el que cometio Fabio burlado por Anibal con el engaño de las vacas; pues teniendo entre manos á un enemigo que por sí mismo se habia ido á encerrar en desfiladeros, le dejó escabullirse; por la noche ayudado de la oscuridad, por el dia sostenido de la fuerza, madrugando más que el que estaba en acecho, y venciendo al que le tenfa preso. Y si es propio de buen general no limitar sus miras á lo presente, sino conjelurar con acierto sobre lo futuro, la guerra para los Atenienses tuvo el fin que Pericles habia previsto y pronosticado, pues que por abarcar mucho, perdieron su poder; y los Romanos por haber enviado á