en la columna que soslonia la obra, la partió por medio, y echó abajo el tejado: perecieron, pues, los niños; y persi - guiéndosele en juicio, dicese que se encerró en ua arcon grande, llevándose tras sí la tapa, de la que tiraba por adentro, y aunque se juntaron muchos á hacer fuerza para abrirla, no les fué posible; y recurriendo al medio de ha-" cer pedazos ol arcon, no le haltaron ni vivo ni muerto; espantados de lo cual enviaron adivinos å Delfos, y la Pitia les dió por respuesta:
Sabed que de los héroes el postrero Es ei Astupileo Clcomedes.
Tambien se cuenta que el cadáver de Alemena, al llevarla en el férelro, se desapareció, y en su lugar se encontró en aquél una piedra; y á este tenor otras fábulas, queriendo deificar contra toda razon á unos séres por naturaleza mortales, igualándolos con los Dioses. Y como el desconocer la divinidad de la virlud es abominable y feo, así lo más irracional de todo es mezclar el cielo con la tierra. Dejémoslo, pues, ateniéndonos con Píadaro á lo cierto: que el cuerpo de todos esta sujeto á la caduea muerte; pero queda viva una imágen de la eternidad:
porque ella sola es de los Dioses; de allá viene, y allá Lorna, no con el cuerpo, sino cuanto más se aparta y distingue de él, haciéndose del todo pura, incorpórca é inocente, porque la luz es pura, y el alma excelentisima, segun Heráclito, uniéndose al cuerpo como el rayo á la nube. La que se apega al cuerpo, y como que se abraza con él al modo de vapor pesado y nebuloso, es mala de inlamar y elevarse. Por tanlo, no es cosa de que enviemos tambien al cielo los cuerpos de los buenos, sino que creamos más bien que las virtudes y las almas por una paturaleza y justicia divina, de los hombres se trasladan á los héroes, de los héroes á los genios, y de éstos, si como