Página:Leonidas Andreiev - El misterio y otros cuentos.djvu/140

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
138
 

Numerosos turistas, armados de kodaks, se disputan los sitios fotográficamente estratégicos.

El primer portakodak. —Necesito este sitio.

El segundo portakodak.—Usted lo necesita; pero yo lo ocupo.

El primer portakodak.—Lo ocupa usted hace un momento; pero yo lo ocupo hace dos días.

El segundo portakodak.—Si no lo hubiera usted abandonado o, al menos, al irse se hubiera usted dejado su sombra...

El primer portakodak.—¡Llevaba dos días sin comer, caballero!

El vendedor del peine (en tono misterioso).—¡Un peine de tortuga auténtico!

El primer portakodak (furioso).—¡Váyase usted a freír espárragos!

El tercer portakodak.—¡Señora, por Dios! ¡Que se ha sentado usted encima de mi máquina fotográfica!

Una señora pequeñita.—¿De veras? ¿Dónde está?

El tercer portakodak.—¡Señora, debajo de usted!

La señora pequeñita.—¿Ah, sí? ¡Estaba tan cansada! Yo notaba algo extraño... Ahora me lo explico.

El tercer portakodak (con desesperación).—¡Señora...!

La señora pequeñita.—¡Qué dura es su máquina de usted! Yo creía que era una peña. ¡Tiene gracia!

El tercer portakodak (lleno de angustia).—¡Señora, le ruego...!

La señora pequeñita.—¡Es una máquina tan grande! ¿Cómo iba yo a sospechar...? Retráteme usted, ¿quiere?... Me gustaría retratarme en la montaña.