q seavs tu y tu cauallero perfectos Principes, os cú ple, comays el fruto deste arbol prohibido: pues si assi no lo hizieredes, muy poca sera la diferencia que aura de vosotros alos irracionales brutos. De manera que sabiendo Dios, que qualquier hora q comieredes desse arbol, seran abiertos los ojos de vuestro entendimiento: y que vsando de razon, sereys como otros Dioses, pues terneys perfecta no ticia del bien, y del mal: tuuo el recelo q dicho té go de vosotros, y esta es la embidia que señalò con su mandamieto. Pues cósidera dama prudéte, quié ha de querer perder vn estado de tanta perfecció, costando tan poco de ganar, como es comer del fruto, donde confiste alcançar la grandeza dela sabiduria diuina, especialmente vosotros, q del mun do aueys de ser Emperadores. Pues para ser consumados Principes, no le falta otro a vuestro pode roso poder, sino es este saber diuinal. Oyédo Eua las palabras del cauallero dela Sierpe, puso losojos enel arbol, y miro el fruto: mucho se cótentaua de la hermosura del, pero acordadose, de que le auia de costar la vida, no osaua alçar los braços para lo coger. A la verdad q colgaua de delgado cabello la vida del humano linaje, colgado dela voluntad de vna ligera muger, la qual conla ambició que tuuo de saber a Diosa, quiso gustar el sabor q el fruto te nia. Entōces sin mas colideració, dado credito alas palabras de Luzbel, cogio el pero, o mançana, pero ya q lo vuo cogido, fuera bie, q antes de comer el pero, puficra entre el, y la boca, vn empero, có pelar q comiedo lo auia de morir. No curo Eua de cosiderar este muy cierto peligro: pero como si le-
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