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Habiéndome criado en un medio de médicos y natu- ralistas, que por lo general no hablaban de otra cosa sino de medicina, y queriendo a mi padre con todas mis fuerzas mo- rales e intelectuales, de suerte que desde niña le ayudé en sus trabajos, arraigó en mí verdaderamente la pasión de la me- dicina y la antropología criminal. Estudié medicina con en- tusiasmo. Cada conferencia del catedrático era para mí una revelación, los enfermos un acicate continuo para pensar, enlazar ideas y discurrir; la psiquiatría, la antropología cri- minal, la homeopatía, que apasionaban particularmente a mi padre, parecíanme las ciencias más interesantes de todas, las únicas dignas de interés. Pero al faltarme mi padre, con el cual explayaba yo las ideas que aquellos estudios sugeríanme, vino a perder la medicina para mí todo interés; la única por la cual he seguido todavía interesándome, ha sido la antro- pología criminal; pero de sobra se me alcanza que es así por reflejo del interés que a mi padre inspiraba y porque repre- senta un modo indirecto de continuar manteniéndome en co- municación con él.

Pues, de este mismo modo se apasionan por la política las mujeres e hijas de los reyes, ministros y diputados, que viven en un medio en el que se está siempre hablando y discu- tiendo de política, y se apasionan por la medicina“las señori- tas que entran como enfermeras en la Cruz Roja.

. Si esas mujeres que sienten pasión por la medicina, la política o los estudios abstractos, analizasen bien sus senti- mientos, cacrían muchas de ellas, como yo, en la cuenta de que ésa su pasión es no pocas veces inducida.

Ese placer que siente la mujer participando en la vida intelectual de quienes la rodean, de ayudarles y fomentar sus obra, explica el hecho tan chocante para los hombres, de que muchas mujeres, dotadas de gran inteligencia, ambicio- nen mucho más ser inspiradas, reveladoras del mérito de un hombre de ciencia, un político o un artista, que no ser ellas mismas todo eso' y darse a conocer en su verdadero valor: tendencia, como puede notarse, de gran interés general y a la que la Ciencia y el Arte deben más progresos que no si la mujer, dotada de la opuesta tendencia hoy en boga, se hu- biese ocupado exclusivamente, como el hombre, en producir;