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incomprensibles, dicen que las mujeres cuando aciertan es por casualidad... Pero no; no es que las mujeres acierten por casuaridad, sino que siguen un método distinto al del razo- namiento, y se guían por una voz más o menos misteriosa, por una visión concreta, interna e inconsciente, que les pre- senta de pronto a la imaginación el problema ya materiali- zado.


VENTAJAS

Este proceder con la única guía de la observación más o menos consciente, dificúltale a la mujer el empleo de los instrumentos materiales e intelectuales que se apoyan en el razonamiento, impidiéndole abarcar las grandes síntesis y las teorías generales, aprender sistemáticamente las reglas y for- jarse teorías y comprenderlas; pero al mismo tiempo, la sal- va de incurrir en esa abstrusa ideología en que tan fácilmente da el hombre. Suele la mujer ser exaltada en sus escritos y discursos, pero su exaltación misma no la aleja de la reali- dad; puede perderse y se pierde en ensueños de una vida real e imposible. . pero jamás se remonta a las nubes.

Si la intuición limita la perfección de los estudios fe- meninos y su regularidad, concede, en cambio, a la mujer una ventaja inestimable: la de saber sin aprender: El hombre aprende mejor que la mujer lo que le enseñan; pero como no se lo enseñen, nada sabe. E

Los hombres resultan mejores cocineros y mejores sas- tre que la mujer, aciertan mejor que ella a dirigir grandes almacenes y grandes industrias, cuando ambos hayan asis- tido a escuelas de cocina, corte y comercio. Pero la mujer es capaz de cortarse ella misma sus trajes y cortárselos a sus hijos sin haber tomado jamás una lección de corte, ni cono- cer la teoría de las proporciones, y aderezar una comida dis- creta, ignorando las reglas todas del arte culinario, y dirigir una pensión o una tienda sin haber aprendido contabilidad o economía política, cosas todas que es incapaz de hacer el hombre.

Los chicos aciertan mejor que las muchachas a desen- trañar a fondo un argumento, a aprenderse con toda preci-