Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/17

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DEDICATORIA

A ti, Nina mía, dedico estas páginas. En ti pensaba al escribirlas, y en tus amiguitas que, cua! bandada de pajari- llos, ríen y juegan en estos instantes contigo. Aún no se os despertaron, ni a ti ni a ellas, los obscuros instintos; cuando ríes o lloras, sabes siempre el porqué. Mas, dentro de unos años, ya no será así.

Según va pasando la vida nos vamos volviendo cada vez más extraños para mosotros mismos, y entendiéndonos cada vez menos. Y es que, según va pasando la vida, los ob- jetos exteriores, fáciles de avaluar, van perdiendo todo valor, y cobrándolo en alto grado los impulsos internos, más difí- ciles de descubrir y apreciar. Los intereses lógicos que rigen vuestro mundo infantil, los goces de la vista y el paladar, que ahora bastan a hartar vuestros sentidos, los pesares de vuestras almitas por el castigo sufrido o el juguete roto, que compendian vuestras angustias, vendrán dentro de nada a substituírlos, goces y pesares vagos y destructores; cuya razón, más de una vez, no llegaréis a alcanzar. Ni a mí, siquiera, te atreverás ya, entonces, a confiarme tus secretos, hijita mía; no te atreverás a hacerlo, porque ni a ti misma te sabrás decir sí ríes O lloras.

Lee entonces este libro, Nina mía; que para ti lo he escrito, y pensando en esos tiempos futuros. En sus páginas recogí cuanto la experiencia me enseñó, cuanto me parecía pudiera ser provechoso para dirigir una vida que se inicia, y aun no acierta a discernir las obscuras voces del alma, que cada cual cree exclusivas de la suya, siendo así que son de todos.

Ojalá estas páginas, hija mía, puedan ahorrarte al- guna de esas tribulaciones que a toda tierna vida aguardan. Tal es el anhelo humilde, grande, y a veces, ¡ay!, vano, de toda madre ,