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EL ALMA DE LA MUJER 199

en primer lugar por delante de todo el mérito, no puede me- nos de sufrir con esa falta de lógica de que da muestra el hombre, cuyo amor aumenta a veces en razón inversa del mérito y la reciprocidad.

La mujer que se pasa las horas pensando en lo que puede agradar o desagradar al amado, hallándose dispuesta a cualquier sacrificio con tal de ayudarle, proporcionarle al- guna satisfacción O atenuar su enojo, tiene por fuerza que sufrir al ver que el amado puede, a su tiempo mismo, amarla con locura y mostrarse indiferente a sus placeres y dolores y hasta a su salud; al ver que esta devoción que debería ser re- cíproca, la entiende el hombre en el sentido—si es que la entiende—de que le quieran, piensen en él y le ayuden, sin que le exijan las tornas. La mujer cuya alma tímida y deli- cada aspira a que la calen y adivinen, y que con el ejercicio de la maternidad siente más viva todavía la necesidad de comprender y ser comprendida, sufre grandemente al ver que el hombre no se toma interés alguno por su vida moral e ín- telectual, ni hace por comprenderla y hacerse comprender.

. El poco lugar que ocupa la compenetración moral e in- telectual en el alma del hombre, el abandono moral e inte- lectual en que deja a la mujer, es la causa más corriente de la desgracia de esta última.

El abandono moral e intelectual en que el hombre deja a la mujer es harto más doloroso que el despotismo, la vio- lencia, la brutalidad, que tan enérgicas protestas arrancan a la opinión pública. Pues estos son males visibles, burdos y a veces temporales, contra los cuales sirve de consuelo la mis- ma opinión pública; mientras que el abandono es un mal sutil, invisible, contra el que toda reacción se estrella, pero que emponzoña las horas todas del día y los años todos de la existencia, sin interrupción ni tregua, haciendo un wacío mu- cho mayor que el vacío verdadero; porque es ese un vacío sin esperanza, sin ilusiones, y el desconsuelo que engendra se va haciendo más y más pesado con el correr del tiempo, y más insufrikle que otro dolor cualquiera, activo y pasa- jero. Es un mal que resulta tanto más grave y enojoso cuan- to más delicada e inteligente es la mujer, más numerosas y complejas las ideas que la intuición le sugiere y mayores los